domingo, 20 de abril de 2014

Un mar de encinas y encinas junto al mar


Dehesa en La Encina (Salamanca)

Hasta hace poco tiempo las únicas encinas que conocía eran las que alimentaban a los cerdos ibéricos para dar el rico jamón formando a lo largo de la extensión de la dehesa un mar de encinas. Sin embargo, gracias a Alejandro de Aves Cantábricas, el pasado sábado pude descubrir encinas junto al mar. 



En esta jornada de voluntariado Provoca, realizamos una ruta interpretativa en barco desde Santoña contemplando el monte Buciero y es allí donde encontramos este singular encinar. Se trata de una especie distinta a la que forma las dehesas salmantinas, extremeñas y andaluzas (Q.ilex subsp. ballota), en este caso es Q.ilex subsp ilex. Al margen de las diferencias taxonómicas alguien que haya vivido en tierra de dehesas no reconocería este árbol como una encina, pues no es podada de la manera típica, por lo que no adopta esa forma ensanchada, crece libre y sus ramas surgen erráticas buscando el sol entre la bruma cántabra.
Vista del encinar con bruma de Monte Buciero, los ejemplares más claros son caducifolios (tilos, avellanos...)


Me llamó la atención el grosor del tronco, era esbelto y fino, nada que ver con las centenarias encinas charras, eran jovenzuelas que habían crecido tras años de tala intensiva por los pobladores de la zona. Ahora Monte Buciero goza de buena salud, un manto verde cubre sus cumbres y el arbolado se regenera sin problema a pesar de las inclemencias meteorológicas.
 
Vista del encinar de Monte Buciero (Santoña)
Resulta llamativo que siendo especies iguales, tan sólo diferentes en el segundo apellido como quien dice, no sean capaces de luchar de igual manera por la supervivencia. 
Sus primas charras lanzan sus cuatro ramas como lamentos al viento, como queriendo apoyarse y librarse de "la seca" que les seca.
Dehesa con explotación de porcino en Pedrotoro (Salamanca)






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